Hoy, como cada 3 viernes me toca trabajar de noche. Y eso me hace estar de mala leche. Aunque pase una tarde acompañado…
Hoy me he enterado que una niña de 7 años (Cristina), amiga de mi prima esta “enamorada” de mí desde hace un año. Que gracia, nunca me había pasado nada así. ¿Qué coño tienen los petit suisse de hoy? ¡Que tiene 7 años!
En fin…me voy a echar la noche. Mañana será otro día. De té.
La ventana se abrió de par en par,
por ella entro una brisa helada.
Junto a ella un rayo de luz,
que fue a parar justo a mis ojos.
En ese preciso momento,
desperté...
Cristina es una flor,
que marchita como el sol.
Tira llantos de dolor,
porque sin agua se quedo.
Con un poco de amor,
ella floreció.
Su raíz creció,
y con la mía se unió.
Ahora ni la sequia ni el dolor,
separaran nuestro amor.
La lluvia mojaba mi cara,
mientras corría detrás
de aquel sueño imposible.
Tenerte entre mis brazos,
seria mi mayor sueño.
Mi mayor miedo,
despertar sin ti…
Nació y era una niña,
jugaba en el parque con sus amigas.
Creció y se convirtió
en mujercita.
En la adolescencia,
aun no me sentía cerca.
Ya hecha una mujer,
me encontró.
Nuestros caminos
nunca se separaran.
Yo siempre la ayudare.
Ella siempre estará en mí.
Mi mayor secreto,
es que la quiero,
a mi lado…
Toda la vida.
El barco zarpo sin mi corazón a bordo.
Mientras en el muelle, yo esperaba su regreso.
El tiempo pasó. Mis pies se unieron al suelo y mi corazón se apago.
El ruido de los pescadores por la madrugada me despertó.
Mire alrededor y vi que no estaba el.
Entonces decide dormirme y no despertar jamás…
El cielo nublado impedía que los rayos del sol cayeran en los campos de trigo y hierba.
Mientras yo, cansado, volviendo con el orgullo por las nubes.
Los sueños corrían como pelusas por debajo de la cama.
Los pájaros cantaban sus melodías de madrugadas.
Las luces desvanecían en las calles heladas
Llega un nuevo día a esta cama compartida.
Ya empieza amanecer.
Vuelvo a casa cansado.
Mama esta descansando,
noto que esta feliz.
Papa ha sido mi relevo.
El, no tan feliz, me dice que descanse.
Yo asiento con la cabeza y respondo,
“tranquilo, lo hare”.
Me pongo cómodo,
cojo mi botella de agua,
bebo la mitad y me dispongo
a ver a que mundo seré capaz
de ir antes de volver a la realidad.
Con el olor a cloro aún en la piel,
los niños meriendan tapados con la toalla,
por el frío de después del baño.
La piscina hoy está muy tranquila,
pero sigo sin poder descansar.
Ella intentando adivinar mis pensamientos,
difíciles de descubrir.
El intentando pasar los próximos días
con el chico que estaba en los
pensamientos de ella.
Y yo intentando estár en los pensamientos
de quien quiera.
"Alguien te quiere, alguien te espera, alguien te sueña y tú no sabes que soy yo,
Alguien te piensa constantemente, alguien te busca y por fin te encontró,
Y alguien soy yo!...."
Sabes que me encanta acariciar tu piel.
Sabes que me encanta susurrarte al oído.
También sabes que me encanta despertarte
todas las mañanas dándote un cálido beso
en la mejilla.
Lo que no sabes es que,
me encantaría poder hacerlo durante el
resto de mi vida.
Corto como un segundo.
Fuerte como el verso de una canción.
Alto como un girasol.
Frio como un helado en invierno.
Eterno como cuando no estás…
A veces pienso que la luna no es más que un faro que durante el día el guardián lo apaga.
Al igual que pienso que las estrellas se pueden coger con una caña de pescar o incluso con un mecanismo parecido al de un ascensor, aunque incluso cuando resulta difícil con alguna de estas dos maneras también existen las escaleras que hay detrás de las montañas para poder llegar hasta las estrellas, pasando antes por las nubes. Que siempre me he preguntado si serán como el algodón de azúcar de la feria, pero con bastante menos cantidad de azúcar o sin colorante azucarado.
A veces cuando voy por la calle de noche me imagino que las luces que desprenden las farolas son como luciérnagas, que al acabar su turno de trabajo, quiero decir al hacerse de día, regresan a sus escondites para reponer fuerzas y poder seguir alumbrando a la noche siguiente.
Y a veces cuando me despierto y me asomo a la ventana, me alegro al ver que la gran bola de fuego (como muchos llaman, aunque para mi siempre será la cara de un niño sonriendo) sigue hay para guiarme otro día más, hasta que vuelvan las luciérnagas a sus sitios, las estrellas suban hasta el último piso, el guardián apriete el interruptor de la luna y así poder volver a decir, que ha vuelto la bonita y helada noche.